09 julio 2006

Programa Nº 22: El Nuevo Testamento y la ciencia

Muy buenas noches. Les habla Daniel Iglesias. Damos inicio al programa Nº 22 de “Verdades de Fe”, transmitido por Radio María Uruguay desde Florida, Melo y Tacuarembó y también a través de Internet. Pueden enviarnos sus comentarios o consultas al teléfono (035) 20535 o al mail info.ury@radiomaria.org. Estaré dialogando con ustedes durante media hora.
El programa de hoy estará referido a la investigación científica del Nuevo Testamento. Más concretaremente, presentaremos algunos de los principales hallazgos de la arqueología y la papirología, que confirman el valor histórico del Nuevo Testamento.

En primer lugar nos referiremos a siete descubrimientos arqueológicos del siglo XX.
El cristiano sabe que tanto la fe como la razón son dones de Dios y que ambos le han sido dados para el conocimiento de la verdad; sabe además que la fe y la razón no pueden contradecirse, porque la verdad no puede contradecir a la verdad. Por eso no teme que los avances de la ciencia puedan dañar la verdad de la doctrina cristiana. Esta proposición de orden general se aplica también al caso particular de las investigaciones arqueológicas relacionadas con el Nuevo Testamento. Éstas, lejos de dañar la fe cristiana, no hacen sino reforzar con argumentos racionales su credibilidad. Probaremos esta afirmación presentando brevemente siete de los muchos descubrimientos arqueológicos del siglo XX que confirman la historicidad de diversos aspectos de los escritos del Nuevo Testamento.

Primer descubrimiento: en 1920, en el desierto del Medio Egipto, Bernard Grenfell descubre un papiro, que es redescubierto en 1934 por C. H. Roberts en la Biblioteca John Rylands de Manchester. Un año después Roberts publica su hallazgo. El papiro en cuestión es el fragmento de manuscrito más antiguo conocido del Nuevo Testamento hasta ese momento. Se lo denomina papiro P52 o papiro Rylands griego. Contiene cinco versículos del capítulo 18 del Evangelio de Juan y está datado en el período entre el año 100 y el año 125.
Se reconoce casi unánimemente que el Evangelio de Juan fue el último evangelio en ser escrito. Muchos estudiosos no cristianos del Nuevo Testamento sostenían que este evangelio había sido compuesto entre los años 150 y 200 o aún después. Sólo así se habría dispuesto de suficiente tiempo para la formación del "mito cristiano", que estaría expresado en la teología de Juan, claramente más desarrollada que la de los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). El descubrimiento del papiro P52 deshizo de un solo golpe todo un cúmulo de teorías mitológicas contrarias a la fe cristiana.

Segundo descubrimiento: en 1927, en Jerusalén, el arqueólogo francés L. H. Vincent descubre el Litóstrotos o Gabbata, el patio empedrado de la Torre Antonia, de aproximadamente 2.500 metros cuadrados, donde Poncio Pilatos pronunció la condena de Jesús.
Juan 19,13: "Pilatos sacó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal en el lugar llamado Litóstrotos, en hebreo Gabbata".
"Litóstrotos" es una palabra griega que significa "empedrado"; "Gabbata" es una palabra aramea que significa "elevación". Para los enemigos de la historicidad de los Evangelios, se trataba solamente de símbolos mitológicos acerca de los cuales se tejieron muchas especulaciones... hasta que se comprobó que se trataba de un verdadero patio, empedrado al estilo romano.

Tercer descubrimiento: en 1939, en Herculano, se descubre la marca de una cruz en una pared de la parte reservada a los esclavos en una casa patricia de esta ciudad, destruida por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 DC. En torno a la cruz estaban también los clavos que servían para fijar el nicho y el toldo que ocultaban el símbolo del culto cristiano. Este descubrimiento demuestra que el cristianismo llegó a Italia muy rápidamente y hace históricamente creíble el texto de los Hechos de los Apóstoles capítulo 28 versículo 14, que supone la existencia de cristianos en Pozzuoli, en el golfo de Nápoles, ya en el año 61.

Cuarto descubrimiento: alrededor del año 1960, en Jerusalén, se descubre la piscina de cinco pórticos llamada Betzata. Es un cuadrilátero irregular de unos 100 metros de largo y de una anchura de 62 a 80 metros, rodeado de arcadas en sus cuatro lados y dividida al medio por una quinta arcada.
Juan 5,2: "En Jerusalén, junto a la puerta probática, hay una piscina, llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos".
Como ha escrito Vittorio Messori, "es imposible enumerar las interpretaciones mitológicas a que dieron ocasión estas pocas palabras. Estaba fuera de duda... que para los desmitificadores "la piscina de los cinco pórticos" no tenía valor histórico sino simbólico. Las cinco tribus de Israel; los primeros cinco libros de la Escritura (el Pentateuco); un símbolo de la cabalística hebrea, para la que el número 5 representa las facultades del alma humana; los cinco dedos de la mano de Yahvé; las cinco puertas de la Ciudad Celeste... Son algunas entre las infinitas hipótesis ideadas por los mitólogos, que trataron también de establecer osados paralelos con religiones y cultos orientales. Cualquier explicación era buena...; sólo se excluía la hipótesis de que pudiera tratarse del simple recuerdo de un lugar real", hasta que "de los pesados volúmenes de los mitólogos alemanes, la piscina vino a parar a los planos de Jerusalén de los turistas".
El filósofo y exégeta católico Claude Tresmontant ha llamado la atención acerca de un detalle importante del versículo citado aquí. El redactor del cuarto evangelio utiliza el tiempo presente para decir que en Jerusalén "hay" una piscina llamada Betzata. Esto es un claro indicio de que dicho evangelio fue escrito antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70, o sea mucho antes de lo que supone la gran mayoría de los expertos, los que sitúan la fecha de composición de esta obra hacia el año 95.

Quinto descubrimiento: en 1961, en Cesarea del Mar, una expedición italiana descubre una lápida calcárea de 80 cm de altura y 60 cm de anchura, con una inscripción que confirma que Poncio Pilato fue prefecto de Judea en tiempos de Jesús, bajo el Emperador Tiberio.
Comenta Vittorio Messori: "En el secular debate sobre los orígenes del cristianismo no faltó siquiera quien puso en duda que Pilato fuera en realidad administrador de Palestina en el momento en que Jesús fue condenado a muerte. Y ¿los escritores no cristianos que hablan de ese funcionario? "Interpolaciones de copistas cristianos", respondía despectiva cierta crítica".

Sexto descubrimiento: en 1962, también en Cesarea del Mar, el arqueólogo Avi Jonah descubre una lápida de mármol negro del siglo III AC, con una inscripción que menciona la localidad de Nazaret.
Comenta Messori: "También sobre Nazaret y el calificativo de Nazareno aplicado a Jesús se desencadenó toda una tormenta de interpretaciones. Un mito, con toda seguridad: un nombre simbólico de una ciudad imaginaria", hasta que "en la fosa de los excavadores israelitas quedaron enterradas las innumerables teorías elaboradas para explicar las razones por las que los evangelistas habían inventado una localidad llamada Nazaret".

Séptimo descubrimiento: en 1968, en Cafarnaum, se descubre la casa de San Pedro bajo el pavimento de una iglesia del siglo V dedicada al apóstol.
Escuchemos otra vez a Messori: "Se trata de una pobre vivienda, igual en todo a las que las rodean excepto en un detalle: las paredes están cubiertas de frescos y grafitti (en griego, siríaco, arameo y latín) con invocaciones a San Pedro en que se pide su protección. Es cosa averiguada que la casa fue transformada en lugar de culto desde el siglo primero: es, pues, la iglesia cristiana más antigua que se conoce. Y testimonia que, ya antes del año 100..., no sólo prosperaba el culto de Jesús, sino que llegaba a maduración la "canonización" de sus discípulos, invocados ya como "santos" protectores".

Escuchemos la conclusión que extrae Vittorio Messori, de cuyo libro “Hipótesis sobre Jesús” hemos tomado los datos presentados hasta aquí:
"Confesaba el P. Lagrange a sus ochenta años, después de cincuenta años de estudio en Palestina con la sola preocupación de confrontar los detalles que proporcionan los evangelios, con la realidad de las costumbres, historia y arqueología del propio terreno: "El balance final de mi trabajo es que no existen objeciones "técnicas" contra la veracidad de los evangelios. Todo cuanto refieren los evangelios, hasta los últimos detalles, encuentra confirmación precisa y científica". No son palabras de apologética huera. Los centenares de severos fascículos de la rigurosa Revue Biblique, dirigida por el propio P. Lagrange, lo confirman.
Como ha observado el célebre orientalista inglés, sir Rawlinson: "El cristianismo se distingue de las demás religiones mundiales precisamente por su carácter histórico. Las religiones de Grecia y Roma, Egipto, India, Persia, del Oriente en general, fueron sistemas especulativos que no trataron siquiera de darse una base histórica. Exactamente lo contrario del cristianismo".
Concluimos entonces que la ciencia brinda un sólido apoyo a la doctrina católica sobre el carácter histórico de los Evangelios. Como dice el número 19 de la constitución dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación, del Concilio Vaticano II:
"La santa madre Iglesia ha defendido siempre y en todas partes, con firmeza y máxima constancia, que los cuatro Evangelios mencionados, cuya historicidad afirma sin dudar, narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la eterna salvación de los mismos hasta el día de la ascensión".
Ahora haremos unos minutos de pausa para escuchar música.

INTERVALO MUSICAL

Continuamos el programa Nº 22 de “Verdades de Fe”, transmitido por Radio María Uruguay desde Florida, Melo y Tacuarembó. Saludamos a todos nuestros oyentes y les recordamos que pueden plantearnos sus consultas y comentarios llamando al teléfono (035) 20535.
Nuestro programa de hoy está dedicado a a la investigación científica del Nuevo Testamento. En la primera parte del programa presentamos algunos de los hallazgos de la arqueología que confirman el valor histórico del Nuevo Testamento. En esta segunda parte haremos algo semejante con respecto a los descubrimientos de la papirología.

Se conocen más de 5.300 manuscritos griegos antiguos que contienen el texto completo o incompleto del Nuevo Testamento. Además han sobrevivido hasta hoy unos 10.000 manuscritos antiguos con copias del Nuevo Testamento en latín y otros 9.300 con versiones en siríaco, copto, armenio, gótico y etíope, totalizando más de 24.000 manuscritos antiguos del Nuevo Testamento, una cantidad mucho mayor que la correspondiente a cualquier otra obra literaria de la Antigüedad, exceptuando el Antiguo Testamento. Las variaciones del texto encontradas en estos manuscritos son muy pequeñas y en lo sustancial no afectan a las doctrinas cristianas principales.
Además se conocen más de 32.000 citas del Nuevo Testamento incluidas en las obras de los Padres de la Iglesia y otros escritores eclesiásticos anteriores al Concilio de Nicea (del año 325). El Nuevo Testamento entero, con excepción de once versículos, podría ser reconstruido a partir de esta sola fuente.
En cuanto al canon del Nuevo Testamento, Tertuliano afirma que hacia el año 150 la Iglesia de Roma había compilado una lista de libros del Nuevo Testamento, idéntica a la actual. Se conserva un fragmento casi completo de esta lista en el Canon Muratoriano del año 170.
Las Biblias completas más antiguas son el Códice Vaticano (aproximadamente del año 300) y el Códice Sinaítico (aproximadamente del año 350), conservados respectivamente en el Museo Vaticano y el Museo Británico. Los manuscritos de los tres primeros siglos contienen sólo fragmentos del Nuevo Testamento, desde unos pocos versículos hasta algunos libros completos.

Los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento son los papiros. Éstos han sido numerados desde P1 hasta P96. Los 96 papiros numerados contienen partes de cada libro del Nuevo Testamento excepto las dos cartas de San Pablo a Timoteo.
El primer papiro del Nuevo Testamento (hoy conocido como P11) fue descubierto por Constantin von Tischendorf en 1868.
En 1897 la nueva ciencia de la papirología se vio sacudida por el descubrimiento de más de dos mil papiros en Oxyrhynchus (Egipto), 28 de los cuales corresponden al Nuevo Testamento. Veinte de estos papiros eran más antiguos que los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento conocidos hasta ese entonces. Además los papiros de Oxyrhynchus representan 15 de los 27 libros del Nuevo Testamento.
En 1930 Sir Frederic Kenyon publicó los papiros Chester Beatty (P45, P46 y P47), los cuales fueron datados como del período entre los años 200 y 250. Estudios más recientes demuestran que P45 es del año 150 y P46 del año 85, aproximadamente. Además estos papiros eran mucho más extensos que los papiros conocidos hasta entonces. Contienen docenas de capítulos de los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las cartas de Pablo y el Apocalipsis.
En los años cincuenta fueron descubiertos los papiros Bodmer (P66, P72, P73, P74 y P75). El más importante de ellos es P66, que contiene los primeros catorce capítulos del Evangelio de Juan. Originalmente fue datado como del año 200, pero estudios más recientes prueban que es del año 125 o anterior.
Hacia 1960 se consideraba a P52 (el "Papiro Rylands") como el papiro del NT más antiguo. Originalmente datado como del año 125, hoy se considera más exacta una fecha cercana al año 100. Contiene cinco versículos del capítulo 18 de Juan.
La papirología es una ciencia que ha avanzado mucho en los últimos cincuenta años debido a la disponibilidad de equipamiento moderno y de miles de papiros utilizables como medios de comparación. La mayor parte de las redataciones recientes han dado como resultado fechas más tempranas que las asignadas originalmente.
Trabajos recientes de Carsten Peter Thiede y Philip Comfort han demostrado que los papiros P64 y P67 son dos fragmentos del mismo manuscrito original, correspondiente a una parte del Evangelio de Mateo. P64 es llamado "Papiro Magdalen", debido a que es conservado en el Magdalen College de Oxford. P67 es conservado en Barcelona. El papiro P64 fue datado en 1901 por el Rev. Charles Huleatt como del siglo III. En 1953 C.H. Roberts (el mismo autor que publicó el Papiro Rylands) le reasignó la fecha del año 200, la cual fue generalmente considerada correcta hasta 1995. Ese año, usando técnicas modernas y evidencias de los rollos del Mar Muerto (de los que luego hablaremos), Thiede asignó la fecha del año 60 a los papiros P64 y P67.
Este descubrimiento es sumamente importante porque según la gran mayoría de los exégetas actuales el Evangelio de Mateo habría sido escrito hacia el año 80. Como además una mayoría todavía más contundente de los expertos atribuye la mayor antigüedad al Evangelio de Marcos, el hallazgo de Thiede demuestra que tanto la redacción de Mateo como la de Marcos habrían tenido lugar al menos veinte o treinta años antes que lo que era generalmente admitido en medios académicos. Este descubrimiento tiene grandes consecuencias, que apenas han comenzado a ser evaluadas, en la cuestión de la historicidad de los Evangelios. Es un duro golpe a las teorías sobre el supuesto origen mitológico del cristianismo, porque la formación de un mito requiere, entre otras cosas, bastante tiempo, un tiempo que no puede haber existido si, como sostiene la tradición católica desde siempre, los Evangelios sinópticos fueron compuestos mientras aún vivían San Pedro y los demás apóstoles, testigos oculares de los acontecimientos de la vida de Jesús.
Pero la revolución de los papiros no se detiene aquí. La cueva 7 de Qumran, la biblioteca de la secta judía de los esenios destruida en el año 68 DC y redescubierta accidentalmente por beduinos en 1947, contiene 19 fragmentos en lengua griega, 18 de ellos papiros en forma de rollos. Las demás cuevas de Qumran no contienen ningún texto griego. Dos de los papiros de la cueva 7 (llamados 7Q1 y 7Q2) fueron identificados inmediatamente como pertenecientes a la Biblia de los LXX, la primera versión griega del Antiguo Testamento. El resto de los papiros, cada uno de ellos muy fragmentario, permaneció no identificado durante mucho tiempo.
En 1972 el papirólogo español José O'Callaghan descubrió que el texto del fragmento 7Q5 encajaba perfectamente con Marcos 6,52-53. Posteriormente un análisis computarizado reveló que Marcos 6,52-53 era el único texto griego antiguo conocido que concordaba con 7Q5. Los principales papirólogos del mundo han aceptado como indudable la identificación de 7Q5 con Marcos 6,52-53. Usando microscopio electrónico, fotografía infrarroja y otras evidencias, Thiede dató 7Q5 como del año 50. La mayoría de los estudiosos que atacan las conclusiones de O'Callaghan y Thiede no son papirólogos sino exégetas que se rehúsan a aceptar que el Evangelio de Marcos pudo haber sido escrito tan tempranamente, porque esto implicaría que ellos tendrían que reformular gran parte de su propia obra exegética.
Aún más segura que la identificación del papiro 7Q5 con Marcos 6,52-53 es la identificación del papiro 7Q4 con 1 Timoteo 3,16-4,3, también propuesta por O'Callaghan y confirmada por estudios posteriores. La datación exacta de 7Q4 es difícil, pero este papiro es indudablemente anterior al año 68, lo cual concuerda con la probable composición de la primera carta a Timoteo en el año 55. Es importante notar que muchos exégetas actuales consideran que las dos cartas a Timoteo y la carta a Tito no serían del mismo San Pablo, sino de un discípulo suyo que, utilizando el nombre de su maestro, las habría escrito después del martirio de éste en el año 67 o incluso después del año 100. En la formación de esta hipótesis, que prevalece en el campo protestante, ha influido el hecho de que en estas tres cartas se pueden detectar numerosos indicios (referencias a la jerarquía eclesiástica, etc.) de lo que autores protestantes llaman "protocatolicismo". La identificación de 7Q4 ha destruido esta hipótesis.
En resumen, la identificación y la datación de los papiros P64, P67, 7Q4 y 7Q5 ha demostrado que gran parte de los libros del Nuevo Testamento fueron escritos antes del año 70, año de la destrucción de Jerusalén por parte del Emperador romano Tito. Por lo tanto esos libros fueron redactados pocos años después de los acontecimientos de la vida de Jesús.

Querido amigo, querida amiga:
El cristianismo es una religión histórica. Los cristianos creemos que Dios se reveló a Sí mismo históricamente en Jesús de Nazaret, un hombre verdadero que vivió en una época y en una región bien determinadas. Jesucristo no pertenece a la mitología, sino a la historia real de la humanidad. Las investigaciones de ciencias tales como la arqueología, la papirología y otras confirman cada vez más el valor histórico del Nuevo Testamento.
Por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, ruego a Dios que te conceda crecer en la fe a Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, que habitó históricamente entre nosotros para revelarnos la gloria de Dios todopoderoso y eterno.
Damos fin al programa Nº 22 de “Verdades de Fe” y nos despedimos hasta la semana próxima. Que Dios te bendiga día tras día.

Daniel Iglesias Grèzes
15 de agosto de 2006.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Todo esta historia es sumamente importante, por que viene a confirmar lo mas valioso que tenemos los humanos. El salvador del Mundo, El cordero de Dios que quita los pecados, lo que me llama la atención a preguntarles con que nombre se le llamaba al Gran Maestro en ese tiempo, en el cual se hablaba, arameo, hebreo y griego entre otras tantas lengua, y cual fue su verdadera traducción al Español y donde habla de la Virgen Maria como mediadora entre Dios y los hombres?
GRacias

8:25 p. m.  

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