25 febrero 2006

Programa Nº 1: La reencarnación de las almas

Muy buenas noches. Tenemos el agrado y la alegría de dar inicio al primer programa de “Verdades de Fe”, destinado a presentar y explicar la doctrina de la fe católica. En esta tarea nos apoyaremos especialmente en tres autorizadas síntesis de esa doctrina: el Catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Mi nombre es Daniel Iglesias. Soy un laico uruguayo, ingeniero, casado y con tres hijos. Estaré dialogando con ustedes en “Verdades de Fe” todos los martes de 21:30 a 22:00. Agradezco la colaboración del Diácono Jorge Novoa, quien nos acompaña hoy.
Este programa se transmite por Radio María Uruguay desde Florida y desde Melo, y por Internet en http://www.radiomaria.org.uy. Los oyentes del programa pueden enviarnos sus comentarios, sugerencias y críticas llamando por teléfono al 0352 0535 y dejando allí un mensaje o enviando un mail a info.ury@radiomaria.org.
Este nuevo programa radial busca promover el conocimiento de la doctrina cristiana, en primer lugar entre los católicos laicos. En este tiempo de confusión filosófica y teológica y en este querido país, donde el secularismo ha provocado una fuerte secuela de indiferencia e ignorancia religiosas, mejorar la formación cristiana de los católicos laicos es un objetivo urgente. Para alcanzarlo es necesario utilizar más y mejor los medios de comunicación social con una finalidad de formación doctrinal. Desde este programa procuraremos dar nuestro humilde aporte en esa dirección.
Nuestro programa no está dirigido únicamente a los oyentes católicos. Todos los oyentes son bienvenidos, sean cuales sean sus creencias u opiniones en materia religiosa. Queremos que “Verdades de Fe” sea un espacio de diálogo con creyentes y no creyentes. Con respeto y confianza, trataremos de proponer a todos las verdades conocidas por la fe católica, poner de relieve su credibilidad y defenderlas de las críticas.
Como el movimiento se demuestra andando, pasamos a presentar el tema de nuestro programa de hoy: la reencarnación de las almas.

La creencia en la reencarnación, propia de religiones orientales como el hinduismo y el budismo, era casi inexistente en Occidente hasta hace algunas décadas. Sin embargo, en los últimos tiempos esa creencia ha ganado muchos adeptos. Según dos recientes estudios sociológicos sobre la religiosidad de los montevideanos, en 2001 el 24% de los montevideanos creían en la reencarnación. Entre los católicos, en 1994 sólo el 42% opinaba que después de la muerte se resucita o se produce un encuentro con Dios. Sin embargo creían en la reencarnación el 9%, cifra que ascendió al 28% en 2001.
La creencia en la reencarnación ha llegado al Occidente en el marco de la corriente religiosa llamada “New Age” o Nueva Era. Esta corriente, con base en la superstición astrológica, afirma que estamos viviendo el fin de la era de Piscis (la era cristiana) y el comienzo de la era de Acuario, una nueva era de paz y armonía. La influencia de la New Age llega mucho más allá de su pequeño número de seguidores estrictos. Casi todas las librerías del Uruguay dedican mucho espacio a libros de autoayuda, de ficción y otros que de algún modo se inscriben dentro de esa corriente, caracterizada entre otras cosas por su esoterismo, su aprecio por las religiones orientales y su rechazo al catolicismo. Muchos de esos libros apoyan la creencia en la reencarnación.
En este contexto, muchas personas se preguntan: ¿Qué dice la Iglesia Católica sobre la reencarnación? ¿Es compatible la fe católica con la creencia en la reencarnación?
Para que nadie se confunda, presentaremos sin más demora la respuesta que da a esta cuestión el número 1013 del Catecismo de la Iglesia Católica:
“La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin “el único curso de nuestra vida terrena”, ya no volveremos a otras vidas terrenas. “Está establecido que los hombres mueran una sola vez”. No hay “reencarnación” después de la muerte.”
La respuesta es clara. El Catecismo descarta explícitamente la reencarnación. Dedicaremos el resto de este programa a fundamentar y explicar esta enseñanza de la Iglesia.

A continuación expondremos brevemente la forma más habitual de la doctrina de la reencarnación.
La tendencia al “reencarnacionismo” podría establecerse en forma sintética sobre cuatro puntos:
1. Las existencias terrestres son numerosas. Nuestra vida actual no es nuestra primera existencia corporal ni será la última. Hemos vivido anteriormente ya y viviremos aún en varias oportunidades en cuerpos materiales siempre nuevos.
2. Existe en la naturaleza una ley que empuja hacia un continuo progreso encaminado a la perfección. Esta misma ley conduce a las almas a vidas siempre nuevas y no permite ningún retorno ni tampoco ninguna detención definitiva. Por lo mismo queda excluida la posibilidad de una condena sin fin. Después de pocos o muchos siglos todos llegarán a la perfección final de un espíritu puro. Se niega la realidad del infierno.
3. Es por méritos propios que se llega a la meta final. En toda nueva existencia el alma progresa en relación con sus esfuerzos. Todo el daño cometido será reparado por expiaciones que el espíritu padecerá a lo largo de nuevas y difíciles encarnaciones. Se niega la realidad de la redención.
4. En la medida en que el alma progresa hacia la perfección final, tomará en sus nuevas encarnaciones un cuerpo cada vez menos material. En ese sentido el alma tiene una tendencia hacia una independencia definitiva del cuerpo. A través de la sucesión de las reencarnaciones, el alma logrará un estado definitivo en el cual vivirá finalmente liberada por siempre jamás de su cuerpo e independiente de la materia. Se niega la realidad de la resurrección.
A continuación mostraremos que esta creencia en la reencarnación carece de fundamentos teológicos, filosóficos o científicos válidos.
Las religiones de origen oriental que incluyen la creencia en la reencarnación no están basadas en una revelación divina. No hay entonces en ellas una verdadera teología sobrenatural. Su creencia en la reencarnación es más bien un postulado asumido acríticamente desde el punto de partida. Sin embargo, dado que algunos partidarios de la reencarnación pretenden encontrar apoyo para su creencia en el cristianismo, consideraremos la relación entre la reencarnación y la teología cristiana.

Consideremos en primer lugar el testimonio de la Sagrada Escritura.
El cimiento de todo el edificio reencarnacionista es la ley del Karma, que sería una especie de justicia inmanente, por la cual todo mérito y toda culpa de un sujeto reciben automáticamente recompensa o castigo en sus reencarnaciones posteriores. En la enseñanza de Jesús encontramos un rechazo implícito de la ley del Karma. Escuchemos el Evangelio según San Juan, capítulo 9, versículos del 1 al 3:
“Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: “Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?” Respondió Jesús: “Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios”.
Según la enseñanza de Jesús, la enfermedad no es el castigo por un pecado cometido en vidas anteriores, sino una prueba que tiene sentido dentro del plan de la Divina Providencia.
Además, en una de sus parábolas, Jesús enseña que la muerte del hombre es seguida por el juicio particular y por una retribución inmediata. Cuando el rico Epulón muere, su alma desciende inmediatamente al infierno, por no haber mostrado en vida misericordia con el pobre Lázaro.
Más aún, Jesús en la cruz promete al buen ladrón, crucificado a su derecha, que ese mismo día estará con Él en el Paraíso. Por lo tanto la doctrina de Jesús no deja lugar para ninguna creencia en la reencarnación.
Lo que Jesús afirma indirectamente, es afirmado directa y formalmente por una de las epístolas del Nuevo Testamento: los seres humanos tienen una sola vida terrena. Escuchemos la Carta a los Hebreos, capítulo 9, versículos 27 y 28:
“Y del mismo modo que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez, sin relación ya con el pecado, a los que le esperan para su salvación.”

Consideremos en segundo lugar el testimonio de la Tradición de la Iglesia.
La Iglesia Católica ha rechazado siempre la creencia en la reencarnación, lo cual se manifiesta a través del testimonio de los Padres de la Iglesia y los demás escritores eclesiásticos de la Antigüedad. Es posible constatar que San Agustín, San Jerónimo, San Ambrosio, San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Ireneo y muchos otros doctores cristianos de los primeros siglos de nuestra era rechazaron explícitamente en sus escritos la creencia en la reencarnación.

Consideremos en tercer lugar el testimonio del Magisterio vivo de la Iglesia.
El Credo de los Apóstoles, fórmula sintética de la fe cristiana, contiene esta afirmación:
“Creo en la resurrección de la carne”.
Veamos cómo se explica este artículo de la fe cristiana en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, números 203, 204 y 205:
“¿Qué significa la expresión “resurrección de la carne”?
La expresión “resurrección de la carne” significa que el estado definitivo del hombre no será solamente el alma espiritual separada del cuerpo, sino que también nuestros cuerpos mortales un día volverán a tener vida.
¿Qué relación existe entre la resurrección de Cristo y la nuestra?
Así como Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos y vive para siempre, así también Él resucitará a todos en el último día, con un cuerpo incorruptible: “los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación”.
¿Qué sucede con la muerte a nuestro cuerpo y a nuestra alma?
Con la muerte, que es separación del alma y del cuerpo, éste cae en la corrupción, mientras el alma, que es inmortal, va al encuentro del juicio de Dios y espera volverse a unir al cuerpo, cuando éste resurja transformado en la segunda venida del Señor. Comprender cómo tendrá lugar la resurrección sobrepasa la posibilidad de nuestra imaginación y entendimiento.”
De esta cita se deduce que el dogma de la resurrección de los muertos, artículo fundamental del credo cristiano, es incompatible con los sistemas religiosos y filosóficos que postulan la reencarnación, es decir el hinduismo, el budismo, la teosofía y otros.
Además, como ya hemos dicho, el Catecismo de la Iglesia Católica, en innegable continuidad con toda la Tradición eclesial, rechaza la reencarnación.

Ahora haremos unos minutos de pausa para escuchar música, mientras reflexionamos sobre lo dicho hasta aquí.

INTERVALO MUSICAL

Continuamos la transmisión de “Verdades de Fe”. Este programa se transmite por Radio María Uruguay, desde Florida y desde Melo. Los oyentes del programa pueden plantearnos sus consultas, dudas y comentarios llamando por teléfono al 0352 0535 o enviando un mail a info.ury@radiomaria.org .
Nuestro programa de hoy está dedicado al tema de la reencarnación. Comenzaremos esta segunda parte del programa mostrando que la creencia en la reencarnación contradice a la doctrina católica sobre la fe y la moral.
En general la reencarnación supone el panteísmo, contrario al monoteísmo bíblico. El panteísmo es la doctrina que identifica a Dios y el mundo. Según el panteísmo, Dios es el mundo y el mundo es Dios. El monoteísmo de la Biblia es la fe en un solo Dios, distinto del mundo y Creador del mundo, un Dios que trasciende infinitamente al mundo.
Ya hemos visto que el reencarnacionismo contradice la fe cristiana en la resurrección de la carne; pero además contradice muchos otros dogmas cristianos: el carácter indeleble del Bautismo, el juicio particular inmediatamente después de la muerte, el juicio final en la consumación de los tiempos, la existencia del Purgatorio, la existencia del Infierno, etcétera. En el reencarnacionismo no hay lugar para la Encarnación, la Redención, la Gracia, la Iglesia, los sacramentos, la oración. El pecado es considerado como un simple error, no como una ofensa a Dios.
La creencia en la reencarnación está generalmente enmarcada dentro de un sistema gnóstico. En la gnosis no se considera a la salvación como un don de Dios, sino como una auto-redención o conquista individual que se alcanza a través de una iluminación, que consiste en el conocimiento de que uno mismo es el dios único del panteísmo. Así se llega a la liberación de la existencia individual y de la sucesión de las reencarnaciones.
Además, la teoría de la reencarnación también está en contradicción con la moral cristiana. En esa teoría no existe perdón, ni arrepentimiento, ni conversión, ni siquiera opciones definitivas: toda culpa puede ser expiada en las vidas futuras. Todos tienen una eternidad feliz asegurada, hagan lo que hagan. Se trata de una simple cuestión de tiempo: algunos evolucionan más rápidamente y otros más lentamente. La elección moral puede ser sustituida por un cálculo o intercambio entre culpa y tiempo de purificación.
Todo sufrimiento, toda enfermedad y toda discapacidad son considerados como castigos merecidos por las faltas cometidas en vidas anteriores. Por otra parte, todo poder, toda fama y toda gloria mundana son considerados como premios merecidos por las buenas obras realizadas en vidas anteriores. Esta ideología favorece a los poderosos y justifica, por ejemplo, el sistema racista de las castas en la India.
En el reencarnacionismo tampoco existe una verdadera preocupación por el servicio a los demás ni por la justicia social, ya que todas las realidades de este mundo, incluyendo los individuos humanos, son consideradas como pura apariencia o ilusión.

Ahora analizaremos desde el punto de vista científico los hechos que se aducen como supuestas pruebas de la reencarnación. Esos hechos son básicamente tres:
El primer hecho es el de los parecidos físicos entre parientes, uno de los cuales ha venido al mundo después de la muerte del otro. Este fenómeno es hoy explicado por las leyes de la genética. Por este motivo esta supuesta prueba de la reencarnación ha caído en desuso.
El segundo hecho es el denominado “déjà vu”, o sea “ya visto”. Se trata de la extraña sensación que a veces uno siente de haber visto ya algo que supuestamente nunca vio antes. La psicología explica también este fenómeno. La sensación de lo ya visto puede deberse a que la persona realmente vio antes la misma cosa o algo parecido. Esto puede haber ocurrido muchos años antes o una fracción de segundo antes. Por otra parte, esa sensación puede deberse también a un fenómeno psico-patológico llamado “paramnesia”, un trastorno de la memoria que afecta a los recuerdos y se manifiesta por fabulaciones, localización errónea en el tiempo e ilusión de lo ya visto.
El tercer hecho es el testimonio de las personas que afirman recordar sus vidas pasadas. Este supuesto recuerdo suele ocurrir durante un sueño, durante un trance de hipnosis o bien durante la infancia. A nuestro juicio ni las personas que duermen, ni los sujetos hipnotizados ni los niños son dignos de confianza cuando dan testimonio de supuestas vidas pasadas. Todos ellos “sueñan”, cada uno a su manera. Tampoco nos parecen convincentes los testimonios de los iniciados en sectas esotéricas sobre supuestas vidas pasadas propias o ajenas. Se deben a la mitología o bien a serias psicopatologías. Además en esos testimonios se puede constatar una fuerte tendencia a la megalomanía: muy a menudo esas personas afirman ser la reencarnación de grandes personajes de la historia. Un estudioso encontró en su época doce personas diferentes que decían ser María Antonieta reencarnada, seis que decían ser María Estuardo, una veintena que decían ser Alejandro Magno o Julio César, etcétera.

Consideremos ahora la reencarnación desde el punto de vista de la filosofía.
En primer lugar, objetamos la falta de fundamento racional de la ley del Karma, garante de la sanción moral en el sistema reencarnacionista. El Karma es una ley en virtud de la cual se produce infaliblemente la justicia. Hace que cada acto, palabra o pensamiento sea seguido de un efecto adecuado y proporcionado. Un acto bueno es seguido por un efecto bueno y un acto malo por un efecto malo. El Karma parece poseer una inteligencia infinita, a pesar de lo cual sus defensores no le reconocen un carácter personal. En última instancia éstos reconocen que no saben nada sobre la naturaleza íntima de la inteligencia del Karma.
En segundo lugar, objetamos el carácter absurdo del sistema reencarnacionista de purificación de las almas. La inmensa mayoría de los seres humanos no recuerda nada de sus supuestas vidas pasadas. Además, la mayoría de los que dicen recordarlas no hacen referencia a más de una de esas vidas, que forman una serie casi interminable. Si cada reencarnación busca que nos purifiquemos de las faltas cometidas en vidas anteriores, cabe concluir que se nos castiga sin que conozcamos nuestras faltas. Pero entonces, ¿cómo podremos corregirnos?
En tercer lugar, nos preguntamos: ¿La sucesión de reencarnaciones es finita o infinita? Y si es infinita, ¿lo es sólo hacia el pasado, sólo hacia el futuro o en ambos sentidos?
Supongamos primero que la sucesión de reencarnaciones es finita. En ese caso se vuelve incoherente uno de los argumentos principales de los partidarios de la reencarnación, según el cual una sola vida terrena es insuficiente para alcanzar la salvación, porque un conjunto finito de vidas terrenas sería tan insuficiente para ese fin como una sola vida.
Supongamos ahora que la sucesión de las reencarnaciones es infinita hacia atrás. En ese caso, ¿cómo una pobre alma que lleva ya un tiempo infinito purificándose en una interminable cadena de reencarnaciones podrá alcanzar la iluminación de ahora en adelante, en un tiempo finito? Habiendo “transcurrido ya” un tiempo infinito, ¿no deberían haberse purificado ya todas las almas? Y si aún no lo han logrado, ¿no cabría esperar que sigan infinitamente encadenadas a este mundo también en el futuro?
Por último, supongamos que la sucesión de las reencarnaciones es infinita hacia adelante. En este caso la salvación no llega nunca y la supuesta purificación jamás alcanza su objeto, lo cual manifiesta más claramente aún su carácter absurdo.

¿Qué es lo que lleva a tanta gente a creer en la teoría de la reencarnación? Pensamos que el impulso inicial proviene de algunas intuiciones verdaderas, que luego resultan desvirtuadas por falsos razonamientos. Dicho de otro modo, la creencia en la reencarnación da respuestas equivocadas a problemas reales.
En primer lugar, los reencarnacionistas tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para alcanzar la plenitud a la que el ser humano está destinado. Sin embargo, la solución a este problema no está en la reencarnación, sino en la fe cristiana en el Cielo. Por la gracia de Dios, no por sus propias fuerzas, las almas de los santos llegan inmediatamente después de la muerte al Paraíso, donde son partícipes de la naturaleza divina, mientras esperan la resurrección de la carne en el último día.
En segundo lugar, los reencarnacionistas también tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para que el ser humano se purifique de todas sus faltas. Sin embargo, la solución a este problema está en la fe cristiana en el Purgatorio, no en la reencarnación. El Purgatorio es un misterio de amor, una antesala del Cielo, no un infierno temporal. Las almas de los justos que mueren sin haber expiado totalmente sus pecados no quedan excluidas para siempre de la gloria celestial sino que, después de haberse preparado debidamente en el Purgatorio, acceden a la visión de Dios.
Por último, los reencarnacionistas también tienen razón al pensar que una sola vida terrena es insuficiente para que el ser humano experimente la justicia perfecta. En este mundo a menudo les va mal a los buenos y bien a los malos. Es necesario que exista algún tipo de justicia de ultratumba. Sin embargo, la solución a este problema está en la fe cristiana en la vida eterna, no en la reencarnación. Después de la muerte, Dios juzga a cada ser humano y le retribuye según sus obras.

Querido oyente: si crees en la reencarnación, te invito a meditar sobre los argumentos planteados en este programa. Te exhorto a no buscar fuera de la gran tradición religiosa de nuestra civilización las respuestas a las inquietudes que se agitan en tu corazón. Las respuestas que buscas fuera de la fe cristiana están dentro de ella. Están en la misma persona de Jesucristo.
El ser humano es un misterio, un gran enigma para sí mismo. Sólo en Jesucristo se encuentra la respuesta completa y perfecta al misterio del hombre, la respuesta a la pregunta que el mismo hombre es. En Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, único Salvador del mundo, Dios nos revela la verdad acerca de Sí mismo y la verdad acerca del hombre y su sublime destino. Jesús es el Hijo muy amado del Padre. Escuchémoslo. Sólo Él tiene palabras de vida eterna.
Si crees en Jesucristo, recuerda que es tu deber dar testimonio de Él con tus palabras y tus obras. Cuando ves que a tu alrededor crecen el error y la superstición, no te quedes callado. Como bautizado estás llamado a participar de la función profética de Cristo. Tienes el deber de mejorar tu formación cristiana en la medida de lo posible y de anunciar la verdad del Evangelio. Según las mismas palabras de Jesús, eres sal de la tierra y luz del mundo. No dejes de dar testimonio de tu fe cuando surja la oportunidad.
Damos fin al primer programa de “Verdades de Fe” y nos despedimos hasta el próximo martes a las 21:30. Que Dios los bendiga día tras día.

Daniel Iglesias Grèzes
7 de marzo de 2006.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola! Mi nombre es Laura y he leído el artículo....y la verdad es que tengo tantas críticas para hacerle, que la verdad no se bien por dónde empezar.
La crítica general que puedo hacerle al autor de artículo es que primero debería documentarse más sobre la HISTORIA de las religiones, antes de oponerse y hacer obsevaciones acerca de ellas. Por ejemplo, es falso que las religiones de oriente están teniendo influencia sobre el cristianismo y el mundo occidental a partir de los últimos tiempos, ya que el credo de dicha religión está muy influenciado por el budismo y religiones persas desde sus orígenes: la fecha del nacimiento de Cristo, por dar un ejemplo, coincide con la fecha de nacimiento de Mitra, Dios de una religión profesada mucho tiempo antes de la aparición del cristianismo. Hay muchas coincidencias más entre creencias orientales antiguas y el cristianismo.
Por otro lado, en lo que a la reencarnación respecta, recién fue abolida del catolicismo en el Concilio de Constantinopla, por lo tanto, hubo un tiempo en que en el cristianismo se avalaba esta idea. Hace un tiempo, en un libro de Gerard Encuasse he leído lo siguiente: "En principio los evangelios aseguran sin ambages que San Juan Bautista era Elías reencarnado. Esto constituía un misterio, y San Juan Bautista, al ser interrogado sobre ello, se callaba, pero los demás lo sabían."
Por último, para no detenerme en todos los puntos en los que difiero con el autor, me referiré a lo que éste dice sobre la naturaleza "acrítica" de las religiones de oriente. Darles tal calificativo, por no tener un texto revelado (cosa también discutible, ya que estás religiones no dicen lo mismo)es una verdadera barbaridad, ya que el texto que una religión considera "válido" por creer en su "revelación divina" no puede ser tomado como algo objetivo. Yo respeto todo tipo de creencia y no quiero que esto se entienda como una crítica a la Iglesia Católica, pero ésta debe reconocer también que hay otras personas con creencias diferentes que creen que lo verdadero es otra cosa y no por ello son "acríticos". Es más, decir que la revelación divina le da algo validez y ´creer en ellas es algo hasta "racional", puede tomarse como el colmo de "lo acrítico".

4:54 p. m.  
Blogger Daniel Iglesias Grèzes said...

Estimada Laura:

1) Tu primera crítica concreta a mi texto se apoya en una interpretación equivocada. Lo que afirmé es exactamente lo siguiente:
"La creencia en la reencarnación, propia de religiones orientales como el hinduismo y el budismo, era casi inexistente en Occidente hasta hace algunas décadas. Sin embargo, en los últimos tiempos esa creencia ha ganado muchos adeptos."
Esto es un hecho irrefutable.

2) Tu afirmación de que el cristianismo, desde sus orígenes, está muy influenciado por el budismo y el mitraísmo, es insostenible en términos históricos y sólo es defendida en ámbitos enrarecidos, de escasa reputación científica. La fecha real del nacimiento de Cristo es desconocida. Israel no conoció el budismo en modo alguno, por lo cual esa parte de tu tesis es simplemente absurda. Mitra no nació en ninguna fecha, porque no es un personaje histórico.
Puedes encontrar más sobre esto y sobre las coincidencias entre religiones antiguas y cristianismo en mi escrito "Cristo y Mitra" (www.feyrazon.org/DanMitra.htm).

3) La afirmación de que los primeros cristianos creían en la reencarnación y que esa creencia fue abolida en el Concilio de Constantinopla (supongo que el primero, ya que hubo cuatro) es tan abismalmente falsa que sólo puede ser sostenida en best-sellers del estilo de "El Código da Vinci", vale decir por escritores que no buscan la verdad sino los dólares.
Hay una evidencia bíblica y patrística abrumadora de que el cristianismo rechazó siempre el reencarnacionismo. La condena del origenismo, herejía que entre otros errores aceptó la reencarnación, no es más que la reafirmación de la doctrina cristiana de siempre.

4) Te basta abrir una Biblia para comprobar por ti misma que los Evangelios no aseguran que Juan Bautista fue Elías reencarnado. El Libro de los Reyes narra que Elías fue arrebatado hacia el cielo por un carro de fuego. En tiempos de Jesús se creía que Elías debía volver en los tiempos mesiánicos. Cuando Jesús dice que Elías ya volvió y que los hombres hicieron con él lo que quisieron, no está apoyando la creencia en la reencarnación, totalmente ajena al sistema de pensamiento judeocristiana. Dice en cambio que la misión profética de Elías, el primer gran profeta de Israel, ha sido continuada y consumada por el Bautista, el último y mayor de los profetas anteriores a Cristo.
Contra lo que dice tu guía en esta materia, el propio Bautista negó ser el mismo Elías.

5) No dije que las religiones orientales son de naturaleza acrítica. Dije dos cosas distintas: que no están basadas en una revelación sobrenatural (cosa bastante evidente: el budismo y el confucionismo originales son más bien filosofías que religiones) y que la creencia en la reencarnación propia de esas religiones es un postulado no demostrado sino asumido desde el punto de partido (también esto está bien fundado: si encuentras alguna obra apologética del hinduismo o budismo antiguos que pruebe lo contrario, por favor avísame).

6) Lo que me parece una barbaridad del pensamiento es pensar que la verdad objetiva en materia religiosa no existe. Respetar las creencias religiosas de los otros sólo a condición de que ellos mismos no tomen en serio lo que creen no me parece una forma auténtica de respeto.

7) La Iglesia Católica reconoce y valora todo lo que hay de verdadero, bueno y bello en las religiones no cristianas. Pero no acepta sus aspectos erróneos y negativos, como por ejemplo la creencia en la reencarnación.

Gracias por escribir.
Un saludo cordial de
Daniel

10:15 a. m.  
Blogger javi said...

Hola, mi nombre es Javi. No se si me contestaras poirque el articulo se escribio hace ya un tiempo. He leido el articulo y me parece interesante, solo que no veo una demostracion cientifica que contradiga la reencarnacion, ni la resureccion, creo que es cuestion de fe.

Por otr lado, me extrana que haya gente seria, inteligente y muy espiritual que crea en algo que pueda estar equivocado, como es la reencarnacion. Tambien, el hecho de que haya terapias que sanen a personas haciendoles regresar a vidas pasadas y a conocer su sentido en esta. Como es que funcionan? Gracias.

8:58 a. m.  
Blogger rodrigo said...

Jesucristo nos dejo su verdad a travez de los apostoles y pedro con la sucecion del papado.

4:29 p. m.  

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